Por Patrick Colon
La política dejó de ser un asunto puramente doméstico desde hace mucho tiempo. Algunos sostienen que esta transformación ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial, otros opinan que fue durante la Guerra Fría, e incluso hay quienes argumentan que ha sido después de la crisis del Covid-19, pero la realidad es que hoy en día, la geopolítica influye en todos los ámbitos políticos. En la actualidad, la política internacional se ve fuertemente influenciada por una serie de factores globales, incluyendo la diplomacia multilateral, los tratados y acuerdos internacionales, así como los desafíos compartidos tales como el cambio climático, el terrorismo y la gestión de crisis humanitarias.
El 17 de abril, el presidente de Colombia Gustavo Petro, expresó sus intenciones de unir el país latinoamericano a los BRICS en la edición 36 de la Feria Internacional del Libro en Bogotá. Dos días antes, el 15 de abril, Javier Milei dijo que pedirá una admisión para ser “Miembro Global” de la OTAN. Mucho antes de estos dos acontecimientos importantes para la geopolítica de América, en el año 2009, China se convirtió en el primer socio comercial de una de las potencias de Latinoamérica, me refiero específicamente a Brasil. Las complejidades en América Latina no son novedad, desde el descubrimiento del continente, las potencias se han disputado el control directo o indirecto de los territorios buscando la estrategia territorial, los recursos naturales, los mercados emergentes y otros aspectos.
Este fenómeno también se manifiesta en diferentes regiones del mundo, como en Asia-Pacifico, donde Korea está dividida en dos países, y dos sistemas; en Oriente Medio Israel cuenta con apoyo estadounidense y Irán con apoyo ruso. Por ejemplo, en el caso de Rusia, que está actualmente en conflicto con Ucrania, este último está totalmente apoyado por la OTAN; y países con disputas internas, como Cuba, que desde la Revolución Cubana de 1959, ha sido un punto de disputa entre Estados Unidos y la Unión Soviética (hasta su disolución en 1991) y más tarde con Rusia. La crisis de los misiles cubanos en 1962 es un ejemplo notable de este conflicto.
La multipolaridad económica será el factor clave para las diversidades políticas, lo que refleja una realidad en la que los países están cada vez más interconectados a través del comercio, las inversiones y los flujos financieros. Esto significa que las decisiones económicas tomadas en un país pueden tener repercusiones en otros, creando una red de interdependencia que trasciende las fronteras nacionales. Un ejemplo claro es la guerra Rusia-Ucrania, que ha afectado el precio de la energía en todo el mundo.
El término «segunda guerra fría» se ha utilizado en algunos círculos para describir las crecientes tensiones geopolíticas entre las principales potencias del mundo, en particular entre Estados Unidos y sus aliados occidentales por un lado, y Rusia y China por el otro. Si bien es cierto que ha habido un aumento en las tensiones internacionales en los últimos años, especialmente entre Occidente y Rusia, así como entre Estados Unidos y China, no todos los expertos están de acuerdo en el uso de este término. Algunos argumentan que las tensiones actuales no son comparables en intensidad o naturaleza a las de la Guerra Fría original entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Durante la Guerra Fría, había una división ideológica clara entre el bloque occidental capitalista y el bloque oriental comunista, así como una carrera armamentista masiva y una serie de conflictos regionales respaldados por ambas superpotencias.
Lo que queda claro es que el mundo está más interconectado que nunca, la colaboración y cooperación son más sencillas que antes y los desafíos que enfrenta la humanidad pueden ser enfrentados con más facilidad. Aunque las tensiones geopolíticas parezcan inevitables debido a las diferencias ideológicas, económicas o políticas, los espacios de diálogo existen, y aunque tengan deficiencias, los diálogos pueden tener lugar en esos espacios. Tenemos que construir un orden internacional basado en el respeto mutuo, la cooperación y la búsqueda de soluciones pacíficas a los conflictos. Solo mediante el diálogo y la colaboración entre los diferentes actores globales se podrá avanzar hacia un mundo más estable, justo y próspero para todos.