Mientras la mayoría de los niños de su edad pasaban el tiempo jugando videojuegos, Jackson Oswalt, un joven de 12 años de Memphis, Tennessee, decidió dedicarse a la ciencia… y terminó haciendo historia. En la tranquilidad de su habitación, construyó un dispositivo con el que logró realizar un experimento de fusión nuclear, convirtiéndose en la persona más joven del mundo en alcanzar este hito.
Su hazaña fue reconocida por el libro Guinness de los récords y reseñada por medios como el Huffington Post, que destacaron tanto su genialidad como la inusual naturaleza del experimento casero. Aunque su reactor no generó energía significativa ni causó daños, el proyecto llamó la atención de las autoridades, incluyendo al FBI, que se interesó por las implicaciones del logro.
Jackson abandonó los videojuegos porque sentía que no le aportaban un aprendizaje duradero, y en cambio se sumergió en el mundo de la física nuclear. A través de investigación autodidacta y ayuda en foros científicos, diseñó y construyó un pequeño fusor nuclear, un dispositivo que utiliza campos eléctricos para calentar átomos de deuterio hasta que se fusionan, liberando energía.
Hoy, varios años después, Oswalt continúa brillando, pero ahora en el ámbito de la inteligencia artificial, donde colabora en proyectos de alto nivel. Su historia es una muestra de lo que la curiosidad, la disciplina y el acceso a la información pueden lograr, incluso desde una habitación adolescente.