Álex Saab, un empresario colombiano estrechamente vinculado al gobierno de Nicolás Maduro, ha sido una figura clave en diversos escándalos de corrupción que han salpicado a Venezuela en los últimos años. Después de haber pasado dos años en una cárcel en Estados Unidos, acusado de lavado de dinero y señalado como el testaferro de Maduro, Saab fue liberado en diciembre de 2023 en un intercambio de prisioneros entre ambos países. Sin embargo, su liberación no ha puesto fin a las preguntas sobre su implicación en múltiples esquemas de corrupción relacionados con contratos gubernamentales.
En octubre de 2024, Maduro sorprendió a muchos al anunciar el nombramiento de Saab como ministro de Industria y Producción Nacional, en sustitución de Pedro Tellechea. Maduro afirmó que Saab, debido a su «gran capacidad gerencial y compromiso con el pueblo venezolano», sería fundamental para el desarrollo del sistema industrial del país en el marco de la transformación económica que impulsa su gobierno.
El ascenso de Saab al gabinete de Maduro no ha estado exento de polémica. Su arresto en junio de 2020 en Cabo Verde, un archipiélago africano, fue un episodio que marcó un punto álgido en las relaciones entre Estados Unidos y Venezuela. Saab, quien se dirigía a Caracas en un vuelo privado desde Teherán, fue detenido durante una escala técnica a solicitud de las autoridades estadounidenses. Estaba acusado de conspiración para blanquear dinero relacionado con un acuerdo comercial que firmó en 2011, cuando Venezuela estaba bajo la presidencia de Hugo Chávez. Las investigaciones apuntaban a que Saab utilizó contratos fraudulentos para desviar millones de dólares en acuerdos relacionados con la construcción de viviendas y la importación de alimentos a través del programa CLAP (Comités Locales de Abastecimiento y Producción).
Según las autoridades estadounidenses, Saab creó una red de empresas fantasma en países como Panamá, Hong Kong, Turquía, Emiratos Árabes Unidos y México, para ocultar las ganancias ilícitas derivadas de estos contratos. Se le acusó de haber lavado más de 350 millones de dólares, y muchos lo consideran una de las piezas clave en la maquinaria de corrupción que ha marcado el régimen de Maduro. El Departamento de Justicia de Estados Unidos había presentado cargos en su contra en 2019, y su juicio en Miami estaba programado para arrojar más luz sobre sus actividades, pero su excarcelación tras un canje de prisioneros dejó muchas preguntas sin respuesta.
En Venezuela, Saab es visto por el gobierno como una figura perseguida políticamente por Washington, y desde su detención en 2020, Maduro emprendió una campaña internacional para su liberación. La designación de Saab como embajador ante la Unión Africana en 2020, mientras estaba preso, y su posterior inclusión en las negociaciones entre el gobierno y la oposición en México, en 2021, muestran el esfuerzo del régimen por protegerlo y asegurar su regreso.
Saab también ha sido señalado como el principal responsable de gestionar los contratos del programa CLAP, que abastece a millones de venezolanos con alimentos en medio de la crisis económica que vive el país. Sin embargo, investigaciones periodísticas apuntan a que estos contratos estuvieron marcados por sobrecostos y la importación de productos de baja calidad, lo que permitió a Saab y a sus socios obtener ganancias multimillonarias a costa del pueblo venezolano.
A pesar de las acusaciones en su contra, el gobierno de Maduro ha mantenido que Saab es un «héroe» que ha sido víctima de la persecución estadounidense. Con su nombramiento como ministro de Industria y Producción Nacional, Saab toma un rol aún más protagónico en la gestión del gobierno de Maduro, lo que ha generado preocupaciones tanto dentro como fuera de Venezuela sobre la transparencia y la legalidad de los contratos y proyectos industriales que supervisará en su nueva función.
El caso de Álex Saab es un reflejo de las tensiones geopolíticas en torno a Venezuela, donde la lucha por el control de los recursos y las alianzas internacionales sigue marcando el futuro político y económico del país. Si bien Saab ha logrado evitar una condena en EE.UU., su figura sigue envuelta en un halo de controversia, y su papel en el gobierno de Maduro no hace más que profundizar las divisiones internas y externas sobre el rumbo del país.